Austin Rojas Medina o José Luis Arbeláez, como le pusiera su padre 31 años atrás, es efectivamente hijo de Elvis Arbeláez.
Así lo manifestó en una primera conversación telefónica agradeciendo el gesto a Tane tanae, “por lo menos está muy bien, en un país de oportunidades”.
La historia se remonta a más de tres décadas cuando el abogado vivía en Caracas, estudiando Derecho y ejerciendo labores de representación del MAS, ante las autoridades nacionales del partido y las instituciones públicas, y en medio de tales ocupaciones, envuelto por el tráfago citadino, sostuvo un affaire.
Al regresar a Tucupita, la breve historia de amor quedó sepultada y la imagen del hijo se fue difuminando en la bruma del olvido.
De aquellos retozos capitalinos quedó únicamente el viejo relato que el combativo político solía repetir en charlas de ocasión, “tengo un hijo en Caracas”.
El desteñido cuento cobró color este miércoles 1 de septiembre, cuando el ahora hombre, tocó vía virtual a su puerta, “quiero saber de mi viejo, por favor ayúdenme”.
Elvis, una hora después de habernos certificado el parentesco, en visita a la sala de redacción de Tt, embargado todavía por el impacto inicial, esgrimiendo una risa nerviosa preguntó “¿Cómo lo contactaron?”, para luego inquirir dónde y de qué manera podía ubicarlo.
Transcurrido un rato, en un nuevo hilo de conversación, esta vez a través del teléfono, inmerso en los recuerdos de una etapa crucial de su existencia, que dejó una huella de carne y hueso, nos refería que casi había perdido la esperanza de encontrarlo.
A la hora de esta publicación, padre e hijo habían departido largo rato dando comienzo a una nueva historia. Al preguntarle si al muchacho le gusta la política, el terco opositor comentó “eso espero”.
Por último, un compadre de Arbeláez en mensaje de WhatsApp nos escribió: “Tiene cara de lechosa cartagenera, alargada como la de su papá”, confirmando la progenitura.
Colorín colorado, esta historia ha comenzado.
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