Cédula “chimba” condenó a homicida de Anderson Gabriel Díaz Baeza

Ángel Gabriel Martínez Rojas, C.I. 20.160.277, casi logra huir. Casi…

Detalles apenas perceptibles en el documento de identidad “chimbo” que portaba, lo hundieron cuando iba llegando a la orilla.

Nueve años permaneció prófugo, tiempo que habría aprovechado, según señalan las investigaciones, para cometer otros dos homicidios.

Puesto a cantar, cantó como gallo fino y confesó que no solo se había manchado las manos de sangre en Tucupita, también lo hizo en Anzoátegui y Nueva Esparta.

Aparte de la hoja de crímenes, se supone que donde estuvo cometió otras fechorías, engrosando su currículo delincuencial.

Desde que retuvieron la embarcación en que pretendía escapar a una nueva vida en Trinidad y Tobago, se mostró esquivo, huidizo, huraño, ocultando su rostro bajo la visera de la gorra, esa conducta aunada a la cédula “trampeada” levantaron suspicacias y condujeron a su aprehensión.

En los calabozos del Cicpc deltano, bajo un aluvión de pruebas, convicto y confeso, instruido su expediente, notificado el Ministerio Público y condenado por la sociedad, espera por la sanción penal.

Este Ángel entre comillas, corrió lejos en círculo dando la vuelta al oriente del país para volver al Delta, a donde regresó para cumplir su cita obligada con la justicia, dama ciega que ni perdona ni olvida.

 

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