El estudiante (cuento)

Juan José Jaramillo

La escolaridad a nivel de educación media en la Tucupita de anteayer era hasta el tercer año de bachillerato, que se obtenía en el Liceo Néstor Luis Pérez, los alumnos que tenían la posibilidad de continuar estudios y graduarse de bachilleres, tenían que salir hacia Maturín, Cumaná o Caracas; lógicamente, al graduarse se quedaban de una vez en esas ciudades, para cursar estudios a nivel superior. Los estudiantes venían a pasar vacaciones a Tucupita, y tenían que regresar a la ciudad de Caracas, se tenían que levantar a las 3 de la mañana, esperar que los pasara recogiendo el autobús del correo y salir hacia Barrancas del Orinoco, donde se llegaba a las 7 y 8 de la mañana. Allí se encontraban esperando a los pasajeros los autobuses de tablitas, que partían rumbo a El Tigre, al cual se llegaba como a las 7 de la noche. En el terminal de la ARC en El Tigre se tomaba otro autobús, para llegar a la capital de la Republica en horas de la noche.

De Caracas para Tucupita se hacia el mismo periplo, llegando a Barrancas del Orinoco entre 7 am y 8 am, tomando el correo de los Hermanos Rincones, del Catire Marcano o de cualquier otro que también hacia el recorrido, para llegar a Tucupita entre las 10 y 11 de la mañana. Uno de los transportes de autobús que llegaba hasta Barrancas era el Expreso de la Costa. Cuando se termina el cierre del Caño Manamo y se construye la carretera-dique, el Expreso comienza a llegar directamente hasta Tucupita.

La gran movilización de estudiantes hacia Tucupita se hacía dos veces al año, en las vacaciones del mes de agosto y en diciembre. En estas temporadas de movilización estudiantil algunas veces la capacidad completa del expreso era cubierta por puros estudiantes, quienes venían preparados con sus instrumentos musicales, cuatro, guitarra, maracas y en algunas oportunidades tambores y bastante Triple A, El Muco, Añejo Santa Teresa y Cacique, el viaje era una sola parranda, donde a casi nadie dejaban dormir. En cada parada que hacia el expreso se bajaban para comprar y reforzar el parque de aguardiente.

En uno de estos viajes, venia un joven estudiante oriundo de Santa Catalina, quien también venia emparrandado con los otros estudiantes pasajeros del autobús. Se queda en Barrancas, para buscar un pasaje que lo traslade a su pueblo natal. En la tarde llega a Santa Catalina, y se encuentra con los amigos y panas continuando la parranda; en la noche cuando están bien encendidos, proponen hacer un sancocho de gallina. Nuestro amigo estudiante, dice que él pone tres gallinas para hacer el sancocho, saliendo inmediatamente a buscarlas. Temprano había pasado por la casa del Mr. Andrew, un inglés oriundo de Demerara, que tenía un corral y le roba al inglés tres gallinas y se las lleva para hacer el sancocho.

Al otro día Mr. Andrew, va a la Comisaria a poner la denuncia del robo de sus gallinas. El comisario ya sabía quién era el ladrón porque ese estudiante era su hijo.

– Eh, eh comisario, anoche meterse gallinero y robar a mis gallinas.

– Mire Mr. Andrew, deje eso así, seguramente fueron los estudiantes que anoche estaban de parranda y Ud. sabe cómo son esos muchachos cuando vienen de vacación.

– Eh, eh, entonces robarme a mí, ser estudiante. Eh, eh, caray, si esto es cuando ser estudiante, cuando gradúa, ser tremendo ladrón.

 

 

 

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