Las muertes rosa de José Bermúdez y Noel Caraballo

Una aclarada, la otra sin aclarar, tuvieron sus víctimas muchos puntos en común.

Destino o tragedia, ambos se dedicaron a la docencia y murieron a los 35 años. Se les consideraba bastante preparados y buenos en su oficio.

Almas libres e independientes, cuyas existencias transcurrieron según su propia moral, deseos y directrices, sin afectar a terceras personas, ni rendir cuentas a nadie.

Sin mayor ley que la de Dios y el apego a sus familias, vivían de su esfuerzo y dedicación cotidianos.

Con sus escuálidas economías personales siempre en rojo y escasísimos momentos de holgura, jamás disfrutaron el placer de una existencia relajada y apacible. El dinero, tanto si se tiene como si no, siempre atormenta.

Una de las coincidencias más determinantes y reveladoras fue su condición sexual, tenían un corazón rosa.

Al día de hoy, los homicidas del Prof. Noel Caraballo esperan por sentencia firme, mientras que los del Prof. José Bermúdez, si es que los hay, brillan por su ausencia.

Bermúdez fue encontrado flotando en aguas del Manamo. Sin pantalones ni documentos, apenas con la franela puesta y unos interiores. ¿Dónde quedaron sus prendas de ropa, el calzado? ¿En manos de quién están su cédula y carnets?

La persona que los tenga debe ofrecer una explicación razonable y coherente, plenamente justificable y justificada, solo entonces la dama ciega de la justicia podrá empezar a cumplir su labor, de inculpar o de absolver, de imponer o liberar, de sancionar o suprimir dudas.

Por ahora, a Noel lo asesinaron con saña y determinación, a José posiblemente por descuido, sin saber si fue empujado o simplemente la inconsciencia de una noche de copas, hizo que lo tragaran las aguas del río padre y las sombras del olvido.

José Noel Caraballo Acosta y José Gregorio Bermúdez Zambrano cometieron un único y grave error: ponerse en manos de sus verdugos retando la muerte.

 

 

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